martes, 2 de febrero de 2016

Ser invisible

Siempre he pensado que, si pudiera escoger un superpoder, sería invisible. ¿Por qué escoger la invisibilidad cuando hay poderes mucho más alucinantes? Lo sé, creo que antes de tomar la decisión, me quedaría debatiendo profundamente cuál escoger. Pero no he venido a deliberar sobre superpoderes, sino lo absurdo de querer ser invisible cuando ya lo soy parcialmente.

Hablo de invisibilidad de forma metafórica. Ya sabemos que algunas personas están destinadas a ser recordadas por sus errores pero no por sus méritos. Pues bien, es exactamente lo que me pasa. Me siento totalmente invisible. Cuando saludo y la gente no me contesta. Cuando cuento un chiste y nadie se ríe, pero al día siguiente lo cuenta otra persona y todos lo alaban. Cuando informo de una noticia y a nadie parece interesarle, pero al siguiente día otra persona la cuenta y todo el mundo se escandaliza y está pendiente. Cuando piden consejo y ayuda y, ya pueden decir los demás cosas totalmente incoherentes y ser mi idea la única cuerda, que la mía nunca va a ser tomada en cuenta. Cuando doy mi opinión. Cuando participo en un debate. Cuando he estado ahí para ayudar. Cuando he estado para organizar. Normalmente, nadie me escucha ni me ve.

Pero lo curioso es que, cuando me equivoco al dar un dato, sí me corrigen. Cuando mi opinión no le gusta a alguien, sí se enfrentan a mí. Cuando en alguna ocasión no he podido ayudar, todo el mundo sabe que no he ido. En lo que se refiere a algo malo, dejo de ser invisible y todo el mundo me recuerda por eso. Inma, la que se queja. Inma, la que se equivoca. Inma, la que no vino a ayudar. Inma, la que siempre crea peleas. Inma, la que lo hace todo mal. 

A consecuencia, dejo de hablar, dejo de intentar ayudar, de intentar aconsejar. Dejo de decir lo que pienso y lo que no pienso. En definitiva, dejo de tener contacto con la gente. Y entonces se molestan, porque Inma nunca habla con nosotros, Inma nunca nos pregunta qué tal nos va, Inma nunca responde cuando preguntas.

Por todo esto, elegiría la invisibilidad. Ya que soy invisible para lo bueno, también serlo para lo malo. Y, ¿por qué no? Ya que estoy, ir a ponerle la zancadilla a quien me plazca, a gastarle una broma o darle un susto al que me moleste, y que no tengan ni idea de quién ha sido, porque sería invisible.

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