Estoy cansada. Agotada mentalmente, y cada día más, porque cada día aparecen nuevas preocupaciones en las que pensar. Cada día soy más consciente de los problemas sociales, de los medioambientales, de la injusticia, de la pobreza. Cada día, alguien nuevo me sorprende con una mentalidad estancada en el pasado.
Estoy harta de los prejuicios innecesarios. Aburrida de la afición que tenemos nosotros, los seres humanos, por juzgar a los demás y encasillarlos en un estándar al que creemos que pertenece cada uno.
Me resulta desesperante la capacidad que tenemos de ver y recordar lo malo y lo fácil que olvidamos lo bueno.
Me impresionan las personas que se ríen de los que tratan de aportar algo bueno al mundo para cambiarlo y mejorarlo, los que dicen que es una tontería votar a un partido animalista, hacer una manifestación o ponerse a la defensiva tras cada comentario o acción machista, racista o denigrante hacia cualquier persona.